Los short-sellers europeos (inversores que se posicionan bajistas en las bolsas vendiendo acciones primeros para luego recomprarlas a un precio más barato), se enfrentan a la nueva norma de la ESMA (European Securities and Markets Authority), en la que se indica que cualquier posición corta de más del 0,2% de cualquier compañía europea debe comunicarse a los reguladores.
Las posiciones de más del 0,5% se harán públicas, nombrando tanto la compañía como el inversor.
Fuentes consultadas creen que esta norma dañará la actividad del mercado en Europa, y abre la posibilidad que esos inversores se trasladen a otros mercados como el de Hong Kong, especialmente los hedge funds.