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    CHRISTIAN
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    Los expertos prevén un desequilibrio público en el entorno del 7,5%, pese al ‘maquillaje’ de cifras. La inestabilidad en Italia, tras volver Berlusconi, alimenta la idea de un salvamento conjunto.

    Pese a que ayer insistió el presidente del Gobierno en que «hoy no necesitamos el rescate» (aunque sin cerrar nunca la posibilidad de recurrir a él), los expertos consultados por este periódico coinciden en señalar que, en esta cuestión, cada vez cuenta menos lo que diga Mariano Rajoy y más lo que dicten dos parámetros que siguen su propia ruta: el déficit de las Administraciones y la deuda pública. Y su mandato es claro: España se halla abocada al rescate en 2013.

    «Ustedes (los españoles) están atrapados en un bucle, con no poca responsabilidad de Alemania, y el mensaje que los mercados transmiten es: Os tenemos cogidos», sentencia Jeremy Rifkin, catedrático de una de las escuelas de negocios más prestigiosas, la Wharton de Pennsylvania.

    Rifkin explica a elEconomista la perversa dinámica en la que se ve inmerso un país que se desvive por reducir a marchas forzadas su apalancamiento y los números rojos de sus cuentas públicas, para ver cómo inversores, agencias de rating y otros agentes sólo se fijan en la manera en que estrangula su propia economía.

    Y entonces, añade, queda cerrado el ciclo: la desconfianza vuelve a azuzarse, se incrementa la prima
    de riesgo, suben los intereses, el país redobla esfuerzos para responder a las presiones y, mientras, estrecha el lazo en torno a su cuello.

    La acción de todas esas fuerzas la vive de cerca el director de Coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas), Ángel Laborda, hasta el punto de que le pone números.

    De acuerdo con esos cálculos, hasta el nuevo límite que los mercados y Bruselas, oficiosamente, consideran aceptable para el déficit público español en 2012 (el 7 por ciento del PIB) se va a quedar corto: «Pronosticamos un agujero equivalente al 7,4 por ciento del PIB al que, si le sumamos el monto del rescate a los bancos, se elevaría un punto porcentual más».

    Son varios los expertos que ven el desequilibrio en ese entorno. Los cálculos de diversas fuentes a las que ha tenido acceso este periódico hablan de que, pese al buen comportamiento del Estado, la Seguridad Social mostrará un lastre del 1 por ciento; un 2 por ciento las comunidades autónomas y un 0,4 por ciento las entidades locales.

    Ya sólo con eso, sin contar el auxilio a la banca, el déficit total rondaría el 7,5 del PBI.

    Partidas que no aparecen
    Pero hay quienes no esperan cuentas claras, como Fernando Méndez Ibisate, profesor de Economía de la Complutense. Muy al contrario, se adaptarán las cifras de déficit: «¿Dónde queda la contabilidad de las empresas públicas, la propia de los fondos de ayuda a las autonomías o la que corresponde al auxilio a los bancos?», se pregunta Méndez. Desde luego, no dentro de las cifras oficiales, pero eso no impedirá que el maquillaje se resquebraje y haya que pedir el rescate, prevé el académico, «en torno a marzo o abril, cuando habrá nuevas tensiones en los mercados». Será ésa una etapa de «presiones enormes», coincide Miguel Ángel Bernal, profesor del Instituto de Estudios Bursátiles, quien, aun cuando también espera que las cifras de las Administraciones se cocinen, percibe ya movimientos en el Ejecutivo de preparación del rescate, «que pasan por negociar con el Fondo Monetario Internacional (FMI) incluso antes que con Bruselas».

    Pero lo que allí, en el seno de las instituciones europeas se está cociendo, es de envergadura, según defiende Alberto Matellán, director de Estrategia de Inverseguros. Se trata nada menos que de salir en ayuda, a la par, de Italia y de España. Los últimos acontecimientos políticos en Italia alimentan más la idea de que Madrid y Roma pidan ayuda juntos. Matellán lo deja claro: «Habrá rescate, sobre todo porque la zona del euro en su conjunto lo necesita».

    El factor Italia es también clave a juicio de Laborda y de Méndez Ibisate. Este último experto asevera, además, que a los mandatarios europeos no les interesa precipitar la llegada de los nuevos vaivenes que acechan al euro y, por ello, digerirán hasta cierto punto el maquillaje de las cifras contables españolas e incluso «es previsible que apoyen al Gobierno en su esfuerzo de vender lo bueno que dé 2012», esto es, el déficit limitado al Estado, que sí ha hecho los deberes.

    #14494
    CHRISTIAN
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    La petición del rescate a la UE no es urgente, aunque existen suficientes incertidumbres de cara a 2013 para pensar que la asistencia europea será útil e, incluso, un «mal necesario» pese a las condiciones que pueda acarrear consigo, según distintos expertos.

    Los analistas coinciden con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en que España no necesita un rescate financiero en estos momentos, pero todos creen en mayor o menor medida que la ayuda europea tendría más ventajas que inconvenientes, siempre que se concrete en la modalidad «blanda» -algo que dan por sentado-, sin las condiciones leoninas impuestas a países como Grecia o Portugal.

    De manera general están de acuerdo en que una prima de riesgo (sobrecoste que paga España para financiarse respecto a Alemania) en 400 puntos no es sostenible durante mucho tiempo, porque hará imposible completar el ajuste fiscal comprometido con Bruselas que implica situar el déficit por debajo del 3 % del PIB en 2014.

    El catedrático de Hacienda Pública de la Universidad de Santiago Luis Caramés considera que para que el Estado, las empresas y las familias se puedan financiar a niveles soportables es necesario que la prima de riesgo se mantenga estable en niveles más bajos a los actuales y al margen de turbulencias ajenas a España, como la inestabilidad política en Italia.

    No obstante, reconoce el «lógico temor» a las condiciones que podrían imponerse ante un rescate, sobre todo en lo que tiene que ver con el sistema de pensiones, «el punto más delicado».

    El catedrático de Fundamentos de Análisis Económicos de la Universidad de Valencia, Joaquín Maudos, dice que no hay que engañarse, porque tarde o temprano la línea roja de las pensiones se va a traspasar tanto si lo impone Bruselas como si no.

    Al respecto, el Gobierno ya ha propuesto a la comisión parlamentaria del Pacto de Toledo el estudio de medidas para acercar la edad de jubilación efectiva a la legal y adecuar las pensiones a la esperanza de vida.

    Al margen de las condiciones, Maudos sostiene que un rescate tendría más ventajas que inconvenientes porque permitiría un acceso a financiación más barata y abriría el crédito a familias y empresas, algo que no va a ocurrir con la prima en 400 puntos.

    El director general del Instituto de Estudios Económicos (IEE), Joaquín Trigo, insiste en que el rescate sólo será útil si se aplica la variedad «blanda», es decir, una línea de crédito preventiva que puede ser usada o no, pero que abra las puertas a la compra de deuda española por parte del Banco Central Europeo (BCE) para controlar la prima de riesgo.

    Trigo advierte de que un rescate total al modo de Grecia o Portugal «no conviene» y es «muy arriesgado», puesto que puede implicar condiciones que a veces son decididas «desde lejos y sin saber el terreno que se está pisando».

    El subdirector de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (FEDEA), José Ignacio Conde Ruiz, asegura que lo idóneo sería que la propia acción del Gobierno permitiera bajar el coste de financiación de la deuda pública en el mercado, pero que si eso no ocurre en los próximos meses Rajoy se verá obligado a pedir ayuda externa.

    En su opinión, eso supondría un golpe a la legitimidad democrática del país, pero cree que las condiciones serían perfectamente asumibles y no irían más allá de los compromisos que ya está asumiendo el Ejecutivo.

    El catedrático de Economía de la Universidad de Alcalá, Juan Ramón Cuadrado, precisa que la situación de España no es comparable a la de otros países rescatados, aunque admite que va a ser complicado refinanciar sin ayuda el pago de los más de 200.000 millones de deuda que tiene que vencen en 2013.

    A su juicio, la petición del rescate podría empeorar la imagen de España, lo que situaría al país en una posición de mayor vulnerabilidad respecto a Europa y al resto del mundo.

    En la misma línea, el economista jefe de Intermoney, José Carlos Díez, cree que la clave no está en el rescate, «que parece un mal necesario», sino en el estigma que provoca el solicitarlo.

    «Parece que lo razonable es ponernos detrás de Italia, que nos proteja algo del huracán, y esperar que la recesión alemana fuerce a Merkel a aprobar un plan de estimulo fiscal», opina Díez, para reconocer después que el tiempo es el recurso más escaso de un país como España en el que la tasa de paro «sube a toda velocidad».

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