Niño Becerra: El paro se mantendrá
¿Qué políticas microeconómicas y macroeconómicas podrían reducir el paro en España?
“Con ninguna: ese tipo de políticas no sirven para reducir el actual desempleo del factor trabajo en España hasta cotas asumibles; las razones son varias.
Por un lado, España, de media, la tasa varía por regiones, precisa crecer, como mínimo, a tasas del 2,0% para generar ocupación neta (absorber desempleados e ir ocupando a las nuevas incorporaciones a la población activa que se vayan produciendo), y según las previsiones del FMI que son las que llegan más lejos: el 2018, España no va a crecer a tal tasa en ninguno de los años contemplados; por otro, el modelo productivo español es muy intensivo en factor trabajo y muy poco intensivo en factor capital, por lo que las actividades que ocupan a mucha población activa son actividades que han desaparecido o están en declive en cuanto a contratación: construcción, hostelería, restauración, … y de cara a lo que vamos: eficiencia y productividad, no va a haber recambio a esos sectores.
Además ningún país es ya totalmente autónomo en cuanto a sus decisiones, y menos España tal y como estamos viendo por los requerimientos que se le exigieron cuando el rescate bancario del pasado año y los nuevos que va a tener que afrontar para conseguir dos años de prórroga en el cumplimiento del déficit, lo que supone que España muy poco puede hacer por sí misma.
Entonces, ¿qué hacer?. Pienso que debería de dejar de pensarse en España como un todo y pasar a pensar en clusters de actividad: hoy, en España la tasa de desempleo es del 27%, pero hay zonas de Cádiz que supera el 45% y en zonas de Gipuzkoa que no llega al 3%; es decir, hay que potenciar las zonas con posibilidades.
Por otro lado, una tasa de paro del 27% indica dos cosas: una, que el desempleo estructural es elevadísimo; otra, que existe un excedente de población activa. Lo primero es tan sólo parcialmente abordable porque el desempleo estructural es aquel que no es absorbible porque no es necesario, luego aunque pueda repartirse el tiempo de trabajo en algunas muy escasas actividades en las que el aumento de la productividad no sea imprescindible, la reducción en el paro que ello supondrá pienso que será mínima. Lo segundo tan sólo se resuelve disminuyendo el número de personas que integran la población activa, por ejemplo, vinculando permiso de residencia con contrato de trabajo lo que llevaría a la salida de España de numerosos inmigrantes sin ocupación (la tasa de desempleo entre la inmigración era del 32% a 30.03.2013).
Y por lo que respecta al desempleo juvenil es más de lo mismo, con el agravante de que su acceso al mercado de trabajo se ve más y más limitado a medida que se vaya produciendo el alargamiento en la edad de jubilación (o la imposibilidad de la misma debido a la caída en las pensiones) y a medida que se vayan reduciendo los salarios. Los jóvenes, en su conjunto, lo tienen complicado.
El autoempleo, la emigración y el trabajo por obra y servicio van a ser sus principales salidas, y ello dando por supuesto que su preparación sea óptima. (Los superexcelentes que cuenten con contactos tendrán más posibilidades por sus propias características).
España, como un conjunto, pienso que va a tener que acostumbrarse a tasas de desempleo estructural muy elevado (se calcula entre el 12% y el 18%) para cuando acabe esta crisis, lo que es una exageración. Otra cosa es lo que suceda en zonas concretas y en áreas específicas. La oferta de trabajo es muy superior a la demanda de trabajo, y eso no se arregla con políticas microeconómicas ni macroeconómicas.
(Claro que posiblemente se ocuparían a más personas -no más horas de trabajo por persona- si en España se llegasen a niveles salariales por debajo del nivel de subsistencia; entonces posiblemente no haría falta crecer al 2% para crear ocupación neta y el ejército industrial de reserva (¿cuánto hacía que no oían este concepto?) se reduciría. Igual se quiere ir por ahí).
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull. Lacartadelabolsa