N.Becerra: El estado del bienestar se ha acabado
Hay hechos importantes, poco importantes, muy importantes, y los hay trascendentales. Las palabras pronunciadas el Martes 17 por el Jefe de Estado holandés en la inauguración del curso parlamentario de Holanda pueden ser calificadas así: de trascendentales.
En su intervención, el rey Guillermo continuó en la tendencia apuntada por el entonces presidente de la República Francesa Nicolas Sarkozy en Septiembre del 2007 cuando lanzó la idea de que el modelo de protección social francés no era financieramente sostenible añadiendo que era necesario un nuevo Contrato Social. Pero este Martes Guillermo Alejandro de Oranje-Nassau fue más allá.
“Es precisamente en esos sectores (seguridad social y cuidados de larga duración) donde el clásico Estado del bienestar de la segunda mitad del siglo XX ha producido sistemas que en su forma actual ni son sostenibles ni están adaptados a las expectativas de los ciudadanos” (El País 18.09.2013, Pág. 2). Demoledor.
Demoledor por varios motivos. Porque por vez primera un Jefe de Estado, de forma oficial, ante un parlamento y un Gobierno, lanza la afirmación, que no sugerencia, de que el modelo de protección social que hemos conocido no puede seguir existiendo tal y como lo hemos conocido porque no es sostenible ya que no puede financiarse.
También porque lo hace el Jefe de un Estado rico: un PIB pc de 44 m USD, con una tasa de desempleo del 7,5% y con una productividad envidiable. Un país pequeño y con reducida población: 16,7 M. Con un PIB en el que el alto valor añadido es componente prioritario. Un Estado abanderado en cobertura de protección social. Una joya de país, vamos. Y es el Jefe del Estado de un país como ese, no el de uno integrado en los PIIGS, el que dice eso.
Y lo es por el entorno en el que se produce el mensaje: la Holanda de hoy, a pesar de lo maravillosamente bien que está en relación a cualquier PIIGS no tiene nada que ver con la Holanda de antes, con la de ayer.
Vale, ya es oficial: el estado de bienestar: el-ir-todos-constantemente-a-más, el estado en el que entró la economía de muchos países tras la II GM ha concluido: ya no es posible continuar creciendo lo que se crecía ni como se crecía, ni hace falta la cantidad de factor trabajo que entonces hacía, por lo que los ingresos públicos caen y así seguirán, lo que imposibilita continuar brindando las prestaciones del modelo de protección social que se diseñó cuando sucedía lo dicho. Muy bien, y ahora, ¿qué?.
El 6 de Octubre del 2010, en Birmingham, en el congreso anual del Partido Conservador, el Primer Ministro británico David Cameron dedicó un tiempo considerable de su intervención a lanzar y profundizar en un concepto totalmente nuevo: The Big Society.
Muchos de los asistente se quedaron sorprendidos y algunos no entendieron demasiado de que iba todo aquello; y, curiosamente al concepto se le dio muy escasa publicidad. En esencia la idea lanzada por Mr. Cameron se basa en reducir el peso del Estado e incorporar a la ciudadanía a la gestión del día a día.
La idea de The Big Society es que el Estado está para ayudar al ciudadano, pero este ha de ayudar al Estado, es decir, a la sociedad. Con The Big Society la ciudadanía se ayuda a si misma a través de su propia comunidad.
El sistema por el que se rige The Big Society se sustenta sobre tres patas: 1) descentralización: del poder central al local y desde este a las comunidades, 2) transparencia: los ciudadanos han de estar informados, 3) financiación: pagar a los proveedores de servicios en función de sus resultados.
Se trata de participar: la ciudadanía paga sus impuestos, pero, además de eso, cada ciudadano, al ser parte de algo mayor, tiene que ser crecientemente responsable de sí mismo porque entonces, a través de la relación con el entorno, de su participación, más podrá contribuir a ese conjunto. El Estado pasa a ocupar un papel secundario pasando la responsabilidad al individuo.
Eso es lo que vino a decir el Jefe de Estado holandés el pasado Martes: “La gente quiere decidir por sí misma, organizar su vida y cuidar unos de otros”. Se va a producir una deriva de gran número de tareas sociales y asistenciales a los municipios: las unidades más próximas a la ciudadanía: se les dotará de unos fondos con arreglo a lo que haya en la caja y que esos municipios decidan con la participación de todos los habitantes.
Evidentemente, no está claro que ‘la gente quiera’ algo así ni que ‘los actuales sistemas asistenciales no cubran las expectativas de la ciudadanía’, es que no hay más de lo que hay y la deuda no puede crecer más, de ahí la importancia de lo que cada cual haga para complementar o para cubrir las diferencias. Lo que pasa es que hay que vestir el santo, de ahí lo de que ‘la gente quiere’. (¿Va a querer algo así alguien con una renta situada bajo ellímite de pobreza?).
El planeta se está dirigiendo aceleradamente hacia un escenario de escasez en el que habrá en cada compartimento lo que se haya decido que haya. Si cada vez los recursos son más escasos y decreciente la necesidad de ‘toda la población’, es obvio que la protección de esa población se va reducir traspasándose coberturas y prestaciones a cada miembro de esa ciudadanía que tendrá que participar en tareas y trabajos en su comunidad a fin de que esos recursos que afectan a todos den para más; de ahí la referencia del rey Guillermo Alejandro a la participación.
En términos medios (mayoritarios, pienso) se va a ser más pobre, se va a estar más desasistido, y se va a tener que contribuir más (aunque no necesariamente con dinero) para tener menos. Eso liga con otro tema: la disminución de la clase media. Y no resuelve preguntas que el propio razonamiento formula: ¿qué sucederá con las comunidades pequeñas y con quienes no puedan responsabilizarse de sí mismos por incapacidad y/o por insuficiencia de renta teniendo en cuenta que la redistribución es un concepto en retroceso?.
El futuro ni es pastel ni tiene ribetes de color crema.
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull. – Lacartadelabolsa