A veces se puede llegar a un lugar por el camino inverso. Hacerlo puede llevar a sitios sin salida, pero, también en ocasiones, inevitables al fin y al cabo.

España se ha comprometido a hacer una serie de cosas para que le permitan retrasar alcanzar el famoso -3% de déficit y obtener los también ya famosos hasta-cien-mil-millones que arreglarán la situación en que se halla la banca.

Como con un 99,99% de probabilidades va a tener que pedir más ayuda / rescate para que el BCE, el fondo se rescate 1 o el 2, o quien sea le compre deuda pública, va a tener que hacer más cosas a cambio la ya archifamosa ‘condicionalidad’.

Pero, por otro lado, un duro entre los duros: el FMI dice que a España ya no se le puede pedir mucho más de lo que ya se le ha pedido, de lo que puede deducirse que España no pude cumplir más cosas de las que ya están recogidas en las medidas que ya ha tomado de resultas de lo que ya se le ha pedido, so pena de entrar en una dinámica de, por decirlo diplomáticamente, desarrollo incierto.

Esto nos lleva a un dilema. Si a España, a cambio de cosas que España necesita como el aire que respira, se le han exigido una serie de medidas (que, por cierto, aún no ha llevado a la práctica en su totalidad), y esas medidas son lo más que España puede cumplir, pero no van a ser las últimas que se le exigirán porque España va a necesitar más cosas como, de nuevo, el aire que respira, ¿qué situación, qué futuro, puede esperar España?. (Aquí llegamos a lo del ‘desarrollo incierto’).

En la misma fuente anterior se publica una reseña de algo que dijo ‘fuentes de la Comisión’: «Si la situación económica se deteriora en el segundo semestre, será muy importante que España se centre en las políticas de impulso a las pequeñas y medianas empresas, la lucha contra la pobreza y la generación de empleo», palabras de una lógica aplastante teniendo en cuenta que todo apunta a que el PIB de España decrezca, al menos, en el próximo semestre y en el próximo año; pero entonces, ¿cómo va a abordar España eso que sugieren esas fuentes de la Comisión si, a) España no crece, b) España va a tener que acabar de cumplir unas exigencias que ya le han impuesto y va a tener que cumplir nuevas exigencias que le van a imponer, y c) España no está en condiciones de que se le impongan más exigencias porque no lo soportaría?.

De todo lo anterior pueden deducirse varias cosas. Una: España y su economía en su conjunto están mucho peor de lo que en principio podría parecer. Dos: las cosas van a ir a peor porque no hay nada que apunte a que vayan a ir a mejor. Tres: en los próximos meses van a verse los efectos de esas medidas que ya se han adoptado y de las próximas que se adoptarán. Cuatro: como cuanto peor vaya estando España más ayudas va a solicitar, más exigencias se irán exigiendo exigentemente a España cuyos efectos más degradaran la situación española. Cinco: si las exigencias no menguan y España no crece, la única vía será reorientar lo poco que se genere priorizando: cuanto y en qué (al margen, claro está, de promesas políticas, programas electorales y mayorías absolutas).

Si a España le piden cosas que no puede cumplir y España pide cosas que conlleva que le pidan lo que no puede cumplir, o bien ni cumple ni pide, o bien a España no le dejan seguir jugando para que no incordie, o bien se redefinen Europa y sus Estados y se pasa a jugar a otra cosa.

Lo que es un hecho es que la actual ficción tiene un límite de vigencia que ya se está en el límite de superar. A partir de ahí es cuando empezarán a tomarse esas medidas que desde hace meses se están diseñando.

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Grecia pide tiempo y no se le quiere dar, entre otras razones porque quienes votan no quieren que se le de: el 67% del electorado alemán está en contra de dárselo (dudo muchísimo que ese montón de ciudadanas/os entienda que significa darle un mayor plazo a Grecia para que pueda pagar, pero en fin). Y pienso que es un tremendo error no dárselo a no ser que ahora lo que se quiera sea forzar a que Grecia se vaya del euro y así poder decir: ‘Se ha ido porque ha querido’.

Grecia no puede pagar y menos con las exigencias marcadas (y decir que ella sola se ha metido en ese berenjenal no es cierto: se permitió que se metiese para hacer negocio). Darle más tiempo es asegurar la jugada: que algo va a ir pagando, y poner el punto de mira en la fecha buena: 2020. Pienso que ya ha llegado el momento de hacer esa pregunta que nadie quiere o se atreve a hacer: ¿qué se quiere, una Europa en la que todos los que ahora están sigan estando aunque sea a base de hacer quitas y cuasi perpetuar deudas; meter sólo a los países que cumplan de verdad, de verdad; o hacer una Europa con zonas posibles -a modo de puzle- efectivas y eficientes estén en Alemania, Grecia o Portugal?.

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull. La carta de la Bolsa