Niño Becerra: El problema de la vivienda
Recibí recientemente un mail remitido por un joven:
“Ahora que está el tema de la vivienda tan candente en la actualidad por diversos motivos, me gustaría consultarle algunas cuestiones que me rondan por la cabeza.
Viendo la imposibilidad actual de comprar una casa y la rigidez del mercado del alquiler, ¿qué posibilidad/es tiene hoy día un joven de 29 años, como es mi caso, de llegar a tener en un futuro una casa en propiedad? ¿Cree Ud. que los jóvenes tenemos que ir abandonando esa idea que nos inculcaron desde pequeños de que ser propietarios de una vivienda es una necesidad «vital» a la que toda persona ha de aspirar? ¿Debemos los jóvenes «resignarnos» a vivir de por vida en alquiler, con toda la inestabilidad y la incógnita (al menos en España) que ello conlleva, además de soportar unos precios desorbitados e injustificados? De tener Ud. 29 años en la actualidad, como los tengo yo, ¿qué pensaría? ¿qué haría respecto a este tema?”
Mi respuesta fue:
“Yo nunca he creído en la compra de una vivienda para vivir en ella, como inversión es otra cosa. El caso de España es atípico en Europa: aquí la excepción es el alquiler. Supongo que cuestiones culturales, ambientales y sociales han ido derivando hacia la propiedad, pero para un joven muchos de esos planteamientos han dejado de ser válidos.
Primero por cuestiones económicas, pero también porque para un profesional hoy, en principio el mercado de trabajo es el mundo. En consecuencia, adquirir una vivienda …”
Por lo que el joven me dijo:
“La pregunta que me viene, entonces, profesor es: Si aceptamos que vivir de alquiler será la norma o a lo que tendremos que acostumbrarnos ¿cómo podremos, mi generación, pagar el alquiler una vez jubilados? Doy por supuesto que, en el caso de que continúen existiendo las pensiones para entonces (2045), su cuantía será ridícula y totalmente insuficiente. ¿Como hacer frente a un alquiler de entre 600 y 900 euros con una pensión tan baja? Entiendo que la solución tampoco es ahorrar porque simplemente será imposible con los salarios menguando año tras año, ni esperar a que bajen los precios (al menos no en la proporción que sería necesario que bajaran ¿un 40-50% del precio actual?). Entiendo que vivir de alquiler para ir sobreviviendo hoy está muy bien pero para afrontar una posible jubilación… ¿sigue siendo una buena opción?”.
A lo que respondí:
“Plantea Ud. una cuestión tan profunda que entra dentro de lo filosófico: si las rentas medias tienden a la baja; si la mayor parte de la población ocupada lo estará a tiempo parcial; si, por ello y para una mayoría de la población, las cantidades cotizadas van a ser reducidas y siempre orientadas a pagar las pensiones vigentes; si, en suma, la capacidad de endeudamiento de la mayoría de la población tiende a nada, ¿cómo hará frente al pago de su vivienda una persona jubilada del 2050?.
De entrada pienso que el concepto de jubilación que ahora tenemos mutará: habrá personas que no podrán jubilarse nunca porque su renta no se lo permitirá, otras estarán siempre o casi siempre jubiladas porque no serán necesarias o lo serán muy poco. En el 2050 quienes sean verdaderamente necesarios lo serán siempre, no hasta una edad determinada, por lo que, aunque suponiendo que quieran, dudo que se les permita que se jubilen, aunque estos no tendrán ningún problema de renta. A la vez, la movilidad, pienso, será muy reducida porque la tecnología permitirá realizar muchísimas cosas a distancia, lo que influirá en la reducida necesidad de mucha gente. Y, además, las corporaciones se habrán desarrollado de tal modo que puedan desempeñar tareas propias del Tercer Sector que hoy son llevadas a cabo por los Estados.
Juntándolo todo, pienso que la mayoría de la población (quienes no integren la élite necesaria) no tendrá una vivienda propia y residirá en miniapartamentos a modo de células de edificios enormes. El alquiler de esas células podrá ser muy reducido debido a que serán modulares y de construcción rápida y barata: robotizada, o incluso impresos. Muy posiblemente tendrán carácter urbano, pero debido a la muy reducida movilidad, perfectamente podrá residirse en una corona situada a 200 Km, o más, del centro de una ciudad.
Entre las rentas que la persona tendrá que ir obteniendo y un subsidio medio -más reducido que la pensión media actual-, la mayoría de las personas irán transitando por lo que hoy se denomina tercera edad, con una salvedad: pienso que a medida que el modelo de protección social se vaya reduciendo lo hará la esperanza de vida.
Como ve ha planteado algo que excede, con mucho, a un mero problema de vivienda”.
Y es que, pienso, así será.
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull. Lacartadelabolsa