Niño Becerra: Los culpables de la crisis
La primera pregunta: los culpables. Dice el Sr. Almunia: “La lista de culpables es extensa: los primeros, quienes llevaban las riendas de las entidades que se lanzaron a una expansión insostenible, incapaces de gestionar los riesgos que surgieron en el sector inmobiliario. Después podemos discutir cómo actuó el Gobierno de turno, el regulador, quién debía haber tomado decisiones y no lo hizo o se retrasó. Pero en lo alto de esa lista están los gestores de las entidades que no son capaces de seguir adelante por sus propios medios: los casos más graves son los de quienes además han querido premiarse a sí mismos con bonus inmerecidos que han provocado situaciones lacerantes”.
Ya estoy afónico de decirlo: ¡No!. Se está diciendo que la tarta era mala después de haber estado disfrutando sin límites mientras se degustaba incitados al disfrute por muchos quienes ahora lo critican. Se continúa igual, a todas las instancias, por prácticamente todo el mundo: sin admitir qué, o se crecía como se creció o no se hubiese crecido: ¡no-se-hubiese-crecido!; qué, o se hacía lo que se hizo, o no se crecía; que se creció porque se actuó del modo como se actuó.
Pienso que es ilógico negar lo evidente. Analicen la evolución de la economía española entre 1986: el año en que España fue admitida en la CEE, y 1992 / 1995, y comparen la marcha de los macroagregados españoles durante esa fase con la habida entre 1995 y el 2007. No tiene nada que ver una con la otra, ¡nada!. En la segunda la economía española fue como un cohete gracias al crédito indiscriminado, a la construcción sin límite de cualquier tipo de obra, al consumo de todo por parte de todos, a que se nos dio el mismo riesgo-país que a los mejores, a que quienes tenían poder para hacerlo bendijeron todo lo que quisieron hacer y como quisieron hacerlo todas las entidades financieras. Cierto, cierto: cuanto mejor iba España peor iba su productividad, pero eso entonces importaba una mierda.
Precisamente en relación a lo mal hecho por Cajas y Bancos dice el Sr. Comisario. “Espero que a estas alturas todo el mundo entienda lo que no puede volver a suceder para que esto no vuelva a repetirse”. Pienso que no: no se repetirá porque lo que lo ha producido no volverá a suceder: no volverá a darse aquella orgía de endeudamiento ilimitado, dinero fácil e hiperconsumo desmedido en una átmosfera de creencia de recursos infinitos. No volverá a repetirse porque nunca nada vuelve a ser como fue: se parecen, mucho, pero las causas de lo que hoy se está dando no son las que dieron lugar a lo sucedido entre 1923 y 1929.
Pero el colofón viene al final. Dice el Sr. Comisario: “Se ha mirado todo lo que había que mirar. Ahora la preocupación principal es de orden más general: cómo van a conseguir economías como la española volver a crecer con los esfuerzos que están haciendo. Hay que reparar los destrozos de la crisis, pero también buscar fuentes de demanda que permitan compensar las consecuencias del ajuste”.
Y sigue: “La reestructuración bancaria no es un capricho. Es imprescindible. Difícil de explicar, porque los estragos se notan en toda la economía, no solo en la banca, pero imprescindible para que las pymes vuelvan a tener crédito, para que los préstamos fluyan cuando se recupere la demanda”.
Es la cuadratura del círculo. ¿Puede volver a crecer España, digamos, suficientemente (no para cambiarse de BMW cada año)?, para eso hay que buscar nuevas fuentes de demanda porque las antiguas, las de antes, aquellas que permitieron a ‘España ir bien’, se han ido con el viento. ¿Y cómo va a encontrar España nuevas fuentes de demanda?, pues cambiando eso-de-lo-que-ya-no-se-habla: su modelo productivo. La pregunta es si toda España puede hacer eso. Pero las empresas (las pymes, dice el Sr. Almunia) precisan crédito cuando se recupere la demanda, pero para ello preciso es encontrar nuevas fuentes de demanda, para lo que es necesario abordar el modelo productivo, para lo que son precisos ríos de financiación. Y la reestructuración bancaria, teniendo en cuenta la concentración que se va a producir y el exceso de capacidad que ya a se eliminado, darán crédito a quienes estén sanos y hagan cosas necesarias.
Mi lectura de la entrevista. España, lo que entendemos por España, lo tiene muy crudo porque, aunque esté saneada, no está nada claro que vaya a volver a crecer de forma suficiente.
Es duro dejar de estar de moda, y España ha dejado de estarlo, y gracias a estarlo ‘España fue bien’. ¿Dos más dos?.
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull. La carta de la bolsa