Agosto ha sido un mes peligroso en la historia de Europa, pero este año podría ser el punto de inflexión para la zona del euro – y tal vez para la economía mundial. El 26 de julio, Mario Draghi, Presidente del Banco Central Europeo, declaró que su institución haría lo que fuera necesario para preservar el euro, y añadió: «. Créanme, será suficiente»

Los fuertes comentarios de Draghi – de hecho, sin precedentes – fue interpretada como una señal de que el BCE reiniciaría pronto su programa de compra de bonos, centrándose en la deuda española en particular. Los mercados bursátiles de todo el mundo se dispararon.

Jens Weidemann del Bundesbank expresó de inmediato sus reservas, pero al día siguiente la canciller alemana, Angela Merkel y el presidente francés, François Hollande, emitieron una declaración conjunta expresando su determinación de «hacer todo lo posible para proteger la zona del euro.»

El BCE, junto con el incipiente Mecanismo de Estabilidad Europeo (ESM, por su sigla en inglés), fue la única institución que puede salvar la zona euro. Puede hacerlo mediante la compra de bonos italianos y españoles en el mercado secundario, anunciando antes su intención de mantener las tasas de interés soberanas por debajo de un determinado umbral durante un cierto tiempo.

Es probable que tras las declaraciones de Draghi vengan las compras de bonos soberanos españoles e italianos. Un hombre como Draghi no habría emitido esa declaración sin creer que podría seguir adelante con las compras. Kemal Derviş, ex-ministro de Economía en Turquía, señala que para que todo esto llegue a ser un punto de inflexión decisivo en la crisis de la eurozona, deben ocurrir tres cosas:

1. En primer lugar, las compras renovadas de bonos por parte del BCE deben expresar la clara intención de reducir las tasas de interés soberanas a niveles sostenibles, que son al menos 200 puntos básicos por debajo de sus promedios de julio.

El BCE debería comprometerse a reducir las tasas de interés de los países que se comprometan a los programas de reformas, a niveles compatibles con la inflación proyectada y las tasas de crecimiento, y anunciar la duración de este compromiso (por ejemplo, nueve meses). Un programa esporádico sin anunciar tales objetivos no funcionaría, e incluso podría ser contraproducente, ya que los inversores privados podrían exigir rendimientos aún más altos debido a la creciente proporción de deuda del BCE que se consideraría sénior, aumentando su riesgo.

2. En segundo lugar, debe suceder que los líderes de la eurozona y los parlamentos, con la cooperación de los tribunales, deben seguir adelante con las reformas institucionales para establecer no sólo el fondo de rescate europeo ESM, sino también una unión bancaria y una mutualización parcial de la deuda. Pero, al mismo tiempo, la única solución a largo plazo a los problemas de la zona euro es una mayor fusión de la soberanía económica. Tales reformas no pueden ocurrir muy rápidamente, por lo que el papel del BCE es crucial. La zona del euro ya no puede sostener la continua incertidumbre y las altas tasas de interés reales en los países periféricos, por lo que el BCE debe proporcionar un puente sólido y creíble para el futuro.

3. Por último, los programas de ajuste propios deben ser cuidadosamente re-calibrados. Debe quedar claro que medidas de austeridad excesivas tienden a ser contraproducentes, debido a que desencadenan una espiral descendente de la producción, el empleo y los ingresos fiscales. De hecho, así lo dice el informe más reciente del Fondo Monetario Internacional para la zona del euro.

El ritmo de reducción del déficit debe ser más lento, especialmente en España, porque la producción se determina en el corto plazo por la demanda, y la demanda privada no puede sustituir a la demanda pública hasta que se restaure un cierto grado de fe en el futuro. Este movimiento para apoyar la demanda efectiva se debe combinar con el tipo de reformas estructurales que permitan un crecimiento más rápido en el largo plazo.

Si estos tres pasos – compra de bonos del BCE para mantener bajas las tasas de interés soberanas, avances concretos en el establecimiento de una unión económica real, y la revisión realista de los actuales programas de ajuste – se logran como un paquete, los recursos que el BCE tendría que utilizar para sus compras de bonos se reducirían, porque la credibilidad se restauraría. Incluso si hay más malas noticias para Europa – en Grecia, por ejemplo, o una desaceleración más fuerte de lo esperado en China – la zona del euro podría comenzar a salir del modo del modo durante este mes.

Pero eso sólo es posible si, en esta ocasión, se adopta verdaderamente el «gran bazooka». De lo contrario, la posición de la zona euro – económicamente, políticamente y socialmente – pronto se convertirá en indefendible.

Fuentes. Kemal Derviş – ex-ministro de Economía de Turquía y vicepresidente del Banco Mundial. Carlos Montero – La carta de la bolsa