Los estímulos monetarios se agotan y la austeridad pesa sobre el crecimiento. Puede que 2012 fuera un año dividido en dos mitades, con la primera dominada por factores sin riesgo y la segunda caracterizada por una carrera hacia activos que sí lo tienen, mientras las posibilidades de catástrofe (los llamados riesgos de cola o tail risks) disminuían en intensidad (por las medidas del BCE, la Fed y otros); sin embargo, 2013 podría ser lo contrario.

Espero una primera mitad caracterizada por el comportamiento arriesgado y los activos de ese tipo subiendo mientras la relajación monetaria continuada afecta a las expectativas, a la aversión al riesgo y (modestamente) la actividad económica.

En la segunda mitad, preveo que emerjan los ‘tail risks’, pierda efecto la relajación monetaria (sus impactos en la actividad económica son limitados en un mundo de trampas de liquidez) y el arrastre de la austeridad fiscal se cobre el precio del crecimiento. En este artículo explico el punto de partida de Roubini Global Economics, RGE, para la economía global y los grandes riesgos de cola de este año.

¿Cómo se comportará la economía global en 2013 frente a 2012? El escenario base de RGE prevé otro año más de crecimiento global al 3 por ciento, aunque con una recuperación a múltiples velocidades.

La austeridad fiscal se extenderá más allá de la eurozona y el Reino Unido, hasta abarcar a la mayoría de economías avanzadas. Avanza hacia el centro de la eurozona, Estados Unidos y también a Canadá. Japón será la única economía avanzada inmune a esta tendencia (la consolidación se aplazó hasta 2014). Una contracción fiscal sincronizada en la mayoría de las economías avanzadas implica otro año más de crecimiento mediocre, si no de contracción pura y dura.

Mientras, el crecimiento relativamente mejor en los mercados emergentes refleja el repunte de una política más estricta en 2011 y principios de 2012. Podría tratarse de un reavivamiento temporal frente a la recesión estructural en economías claves como la de China, que pude manifestarse en 2013.

En el contexto de un crecimiento anémico generalizado, la carrera por los activos de riesgo que se produjo en la segunda mitad de 2012 no estaba impulsada por unas condiciones macro mucho mejores en las economías avanzadas. Al contrario, el estímulo monetario adicional (la llamada política no convencional) redujo parte de los riesgos de cola y subió los precios de los activos. Han participado casi todos los bancos centrales de los grandes mercados avanzados, con importantes motores.

En efecto, casi todos los mercados desarrollados se deshacen ahora de los regímenes monetarios tradicionales formales e informales con objetivo de inflación (o están pensando hacerlo) y experimentan con nuevas formas de política monetaria. Los cambios plantean nuevos y difíciles interrogantes.

De momento, el escenario base de RGE cuenta con un crecimiento de Estados Unidos en 2013 por debajo de la tendencia y el consenso, situado en el 1,7 por ciento y no el 0,6, mantenido a flote por la recuperación inmobiliaria, el auge del gas de esquisto y el petróleo, la leve recuperación de los empleos y la manufactura, y con el modesto empuje de la tercera facilitación cuantitativa. Aun así, lo cierto es que tras varios años de tremendo estímulo monetario y fiscal, y de apoyo y rescate a los bancos, entidades financieras, hogares y empresas varias, el país apenas ha crecido al 2 por ciento y el crecimiento podría ser más lento en 2013. Incluso los aspectos positivos de EE.UU. podrían ser exagerados.

En cuanto a la eurozona los riesgos que la acosan han sido tenues desde el verano de 2012, cuando la salida griega parecía inminente y los costes del dinero en España e Italia alcanzaron nuevas alturas insostenibles. Aun así, y pese a que las tensiones financieras se han relajado gracias a la respuesta y el compromiso político, las condiciones económicas en la periferia siguen siendo vacilantes. Mientras España e Italia sigan siendo vulnerables, el estallido griego podría desatar un grave contagio antes de las elecciones alemanas de otoño de 2013, perjudicando las opciones de la cancillera Angela Merkel de volver a ganar. La carta de la bolsa