-Durante una conferencia telefónica con analistas y expertos, el economista Nouriel Roubini,  se mostró algo más optimista que de costumbre.

Al fin y al cabo, las proyecciones que él y su equipo al frente de Roubini Global Economics (RGE) mantienen para el año que viene reducen sensiblemente la lista de riesgos que acechan a la economía global. Sin embargo, que un país no esté al borde de la quiebra no quiere decir que su estabilidad a medio plazo esté garantizada, un ejemplo que bien se puede traducir a nuestro país.

Al ser preguntado por elEconomista sobre el contexto actual de la economía española y si ésta ya ha pasado lo peor, Roubini se mostró escéptico. «Nuestras previsiones de crecimiento durante los próximos tres o cuatro años no superan el uno por ciento», estimó, al mismo tiempo que indicó que esta tasa de crecimiento no será suficiente para reducir una tasa de paro desorbitada.

Además, el economista de la Universidad de Nueva York señaló que, aunque es cierto que las exportaciones de nuestro país han mejorado, a nivel interno España se enfrenta todavía a un desapalancamiento importante. A ello habría que añadir la «devaluación» que sufre la economía en busca de mejorar la competitividad, de ahí la caída de los sueldos. Aún así, esto se convierte en un arma de doble filo.

«Si los sueldos bajan y el valor de la vivienda también lo hace, las familias españolas estarán más endeudadas, por lo que el consumo interno se resentirá», explicó, mientras aseguró que los españoles se encuentran atrapado en «una trampa de deuda». Desde su punto de vista, aunque la demanda externa y la exportaciones presenten notables mejorías, «el consumo interno es mucho más importante» pero dada la tóxica espiral en la que nos encontramos, de poco servirá para superar un crecimiento anémico.
Roubini reconoció que, al contrario que Italia, nuestro país «ya no se enfrenta al temor de perder acceso al mercado» pero reconoció que la estabilización de los niveles de deuda son insostenibles. «Con un ratio de deuda respecto al Producto Interior Bruto que alcanzará el 110 por ciento, una subida de los tipos de interés reales, como efecto de la retirada de los estímulos y un crecimiento económico del uno por ciento, España necesitaría un superávit primario del 3 por ciento del PIB para estabilizar su deuda», explicó.

Desde su punto de vista, el Gobierno no conseguirá dichos niveles de superávit primario, por lo que podría decirse que «a medio plazo, la dinámica de deuda española no parece sostenible».

Para este economista tampoco hay que olvidar que España forma parte de la eurozona, donde indicó que existe una «fatiga» con las medidas de austeridad en la periferia, lo mismo ocurre también para los países del núcleo que están cansados de los «rescates». Roubini, presidente de la consultora RGE, además, indicó que tanto en Italia, Grecia, Portugal y España los riesgos derivados de la ansiedad política comienzan a ser altos.