Recibí una carta hace unos días.

“Ya habrán pasado 4 años desde la primera vez que le leí en la contraportada de La Vanguardia dónde hablaba sobre la que se nos venía encima. «Pero qué dice este hombre, de dónde ha salido? Vaya lumbreras, lo que hay que hacer para obtener publicidad y vender libros…».

Cuántos como yo tuvimos que tragarnos ese tipo de comentarios! Pero por suerte, y gracias también a gente como la de burbuja.info entre otros, fui rápido en tragar e intentar digerirlo (aunque no vea como me quedó el esófago!)

En aquella época trabajaba como jefe de contabilidad en una empresa de (nombre de una actividad industrial) con 50 trabajadores: a finales del año pasado yo era el último que quedaba y también ya estoy fuera.

Y precisamente de aquí viene mi agradecimiento hacia usted. Si me hubiera ido tragando todas las mentiras o décimas de verdad que nos iban suministrando, creo que hoy estaría hundido. Sin embargo, gracias a sus deprimentes verdades he tenido los dos últimos años para no sólo ir preparándome económicamente, sino sobre todo moralmente. Gracias por algo tan sencillo como contar la verdad, reflejar la realidad tal cómo era entonces, cómo es ahora y cómo será los próximos años.

No diré que encare mi futuro con un optimismo desbordado, pero al menos sí sé dónde estoy y qué me espera, o qué puedo esperar del mundo que nos va a tocar vivir. Por suerte, tal como usted dice, buena parte de lo que sucedió fue debido a que somos humanos. Y precisamente por ser humanos, una vez se asuma del todo la cruda realidad, creo que la gente será capaz de adaptarse a lo que haya. ¿Acaso una sociedad que vivía angustiada por no tener el último móvil, dónde había colas quilométricas para hacerse con el nuevo invento electrónico ya el primer día de su venta, y miles de ejemplos más como estos, podía ser una sociedad sana y feliz?.

Creo que por suerte la gente volverá a valorar más las pequeña cosas, las cosas inmateriales y tampoco verá con demasiada nostalgia los desperdicios consumistas navideños, el cada fin de semana de restaurante y el cambiarse el coche cada cuatro años. Yo al menos ya dejé eso: me he vendido el coche, me desplazo en transporte público, he empezado a compartir piso, etc. y no lo echo en absoluto de menos.

Sé que habrá mucha miseria, pero no será la hecatombe total para todos. De hecho, confío en lo que cuenta sobre el progresivo retroceso, que seguramente iremos incluso más atrás de lo que estábamos en los 70 y 80, pero que tampoco interesa que se propague la miseria absoluta y la gente se muera de hambre. ¡Por favor! ¡Si acertó en lo otro, no se equivoque en esto! :)

En fin, poco más que añadir. Que me alegro que si alguien se tiene que hacer rico, sea por ser honesto y contar la verdad. Continuaré tomándome sus píldoras de realidad, no fuera el caso que me empiece a creer algo de lo que veo por televisión, y más en esta mini-temporada que, a pesar de los datos del paro, las cosas aparentan estar más tranquilas, como si ya hubiera pasado lo peor”.

Y respondí:

“Posiblemente la razón por la que dije y digo lo que dije y digo estribe en que sólo tengo dos carnets, y porque me obligan. Pero también es cierto que muchos lo oyen y bastantes no lo escuchan porque oír cosas feas no es bonito. (¿No se ha dado cuenta de que cada vez más gente ni lee, ni oye, ni pregunta nada de nada porque no quiere saber?).

¿Se volverán a valorar las pequeñas cosas?, puede, pero no tengo claro que sea de forma voluntaria. Siempre he dicho que para poder renunciar verdaderamente a un Ferrari hay que haber tenido uno, si no  la renuncia suena a forzada. De media se retrocederá en el estándar de vida, si, de hecho ya se está diciendo, aunque no así: si coge los últimos números del FMI en ellos puede verse que en el 2017 se estará en un nivel de PIB semejante al del 2007, (y pienso que en realidad se estará bastante más atrás).

Habrá ricos, claro, pero pienso que no tanto a nivel de individuos como de grandes corporaciones. De hecho ese va a ser, pienso, uno de los grandes cambios. Y la tranquilidad que se respira, pues si, pero, sigo pensando, fundamentalmente es debido a que las revoluciones no están de moda.

Me alegro de que le fuese útil lo que dije”

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull. Lacartadelabolsa