¡¡¡¡TURISMO!!!! Esa es la solución a todos los males de la economía española. El turismo es y va a continuar siendo la panacea para lograr la recuperación de la economía española y la salida de ‘la crisis’. Ese es el mensaje oficial, pero, ¿es y será así?.

Ese mensaje oficial: Gobierno central, Gobiernos regionales, Gobiernos locales, Cámaras de Comercio, Asociaciones, siempre se refiere a dos parámetros: número de turistas entrados -fundamentalmente- e ingresos totales por turismo -menos frecuentemente- en el período considerado. A eso suele añadirse las procedencias de esos turistas llegados. Nada más. Pero, ¿debe ser eso todo?.

Pienso que en relación al turismo el dato fundamental, el básico, el que debería potenciarse y el que tendría que marcar y definir la política turística debería ser el gasto medio por turista, y siempre en valor constante de un año de referencia a fin de ver su evolución y, así, poder tomar decisiones.

En el gráfico que viene a continuación, elaborado con datos tomados del INE, queda reflejada la realidad del turismo español: en dinero constante, en este caso en euros del 2002, y desde tal año, año tras año han entrado más turistas en España, pero año tras año cada uno de ellos, en términos medios, ha gastado en España menos dinero:

Esa es la realidad pura y dura del Subsector Turismo español: precisa la entrada de cantidades ingentes y masivas de turistas a fin de que la cantidad total gastada sea enorme, y esa suma necesita que crezca de forma indefinida debido a que la suma media que cada uno de esos turistas entrados deja es decreciente en lo que importa: en valores constantes.

Triste, ya. El tan cacareado turismo que visita España se basa en la masa, en el número, en el volumen, no en la calidad ni el poder adquisitivo. Y los costes que generan esas ingentes masas de turistas que nos visitan, ¿dónde y como se cuantifican?. Para preguntar a quienes quieren que cada vez vengan más turistas.

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull. La carta de la bolsa