Recientemente recibí un mail de un lector; este:

“Me atrevería a decir que el artículo que ha escrito usted hoy (09.07.2012) en LCDLB (España 2015), es el más tenebroso y pesimista de cuantos he leído suyos (y van…) Lo que más me sobrecoge es la desesperanza que tiene usted en que esto no se arregle ni siquiera un poquito, algo que sin duda se trasluce en el corrosivo final.

Espero que no tenga razón, aunque mi espera sea desesperada, dado que el tiempo le ha venido dando la razón casi sistemáticamente, pero quiero pensar que hay líderes políticos menos miserables que los que tenemos en España, que en algún momento se den cuenta de que esto tiende a la desaparición de la mitad de la población en Europa en muy pocas generaciones.

Malos tiempos; tal vez la antesala de una guerra, ya que el hambre no se calma a base de fútbol y salsa rosa”.

Mi respuesta fue:

“Es que tenebrosa es la realidad ante la que España (y no sólo) se halla; lo de pesimista … las cosas son como son, los calificativos los ponemos nosotros.

Arreglarse, ¿qué significa ‘arreglarse’?. ¿Saldremos de esta?, evidentemente sí; lo que sucede es que jamás volveremos a lo que ha sido porque aquello pertenece a un momento que ya se ha ido, del mismo modo que los Felices Veinte se fueron con la Depresión y ya no volvieron jamás. Saldremos del pozo en donde estamos, pero pienso que no apuntaremos a un boom como el habido tras la Crisis de los 30 porque ahora sabemos que los recursos de que se disponen son finitos.

Los líderes políticos: pienso que todos los de todas partes cuentan muy poco y deciden cada vez menos: otros lo hacen, y ellos gestionan, y cuando las cosas tienen que ir por otro camino se producen reajustes. Es decir, los auténticos líderes están en otra parte aunque sus rostros no aparezcan en las primeras páginas de los periódicos: ¿cuándo ha visto en una portada la foto de un alto directivo de Pimco o de MGM Management?. Sugerencia: deduciendo donde está Ud.: no confíe en los políticos, en ningún político; si estuviésemos en 1848 o en 1870 debería apuntase a una revolución, pero esas cosas hoy ya no están de moda.

Y, ¿una guerra?. Pienso que absolutamente no. Cuando se inicia una guerra es para ganarla, es decir, en una guerra han de haber vencedores y vencidos; y destrucciones, muchas, a fin de que el conflicto sea rentable. Pero la descripción anterior se refiere a las guerras convencionales. Hoy es posible colocar un misil de crucero armado con una cabeza nuclear de dos megatones a tres mil kilómetros de distancia con un error de cinco metros, en un escenario como ese ni habría vencedores ni habría vencidos, por lo que las guerras se vuelven imposibles.

¿Corrosivo final?. Pienso que, desafortunadamente, los finales que no son bonitos siempre lo son”.

 

No, no es España, es USA: la tragedia del subempleo y del desempleo juvenil: http://www.bloomberg.com/news/2012-07-10/low-paid-grads-on-tight-budgets-switching-to-discounters.html, la diferencia es que allí se aborda, se estudia, se computa. Vuelvo a insistir, ¿Por qué tendemos a copiar de USA lo malo y no lo bueno?.

 

Recuerdo cuando, cuando ‘España iba bien’, se decía que Magistererio y Pedagogía eran profesiones de futuro, es decir, profesiones en las que el desempleo iba a ser nulo. El razonamiento era simple: llegada la hora de su jubilación, legiones de profesionales de la educación infantil, primaria, secundaria y FP se jubilarían y serían reemplazados por nuevos y más numerosos profesionales en un Estado pujante y sólido. Varias chicas y chicos que conozco, inteligentes y con vocación se lanzaron en la dirección de esos estudios. Bien, han pasado los años (muy pocos) y la realidad es que en el período 2010 – 2012 en las escuelas del reino hubieron 80.981 alumnas/os más pero estas contaron con 4.526 profesioneles de la educación menos. ¡Y eso que el fuuro se halla en la formación!. Tal vez sea porque ahora ‘España va mal’, ¿no?.

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull. Lacartadelabolsa