Quejas. Quejas. Quejas. Quejas. ¡¡¡¡Quejas!!!!. Por los recortes de gasto, por el aumento del IVA, por las congelaciones, por las listas de espera. Funcionarios ante el  Parlamento del reino protestando; posiblemente alguien tras los cristales de un ventanal del emblemático hotel que se halla en una de las diagonales del edificio de los dos leones sonreiría y murmuraría: ‘Pobres’.

Todos los afectados -todos los ciudadanos- pueden protestar hasta el nivel asumido por La Autoridad como reacción popular a las medidas adoptadas: tiene que quedar muy claro que hay libertad de expresión, pero hasta un punto, llegado a él se acabó la expresión porque a partir de ahí hay que hacer lo que a España le han dicho que tiene que hacer.

El Sr. Presidente del Gobierno lo dejó diáfanamente claro: España ya no tiene libertad de elegir si quiere, o no, ‘sacrificios'; España va a tener que hacer lo que le digan que tiene que hacer, sin discutir, sin rechistar, rapidito y con buena letra, sin remolonear ni perder el tiempo. Lo que le digan: todo lo que le digan. ¿Se es consciente de lo que eso significa y de las consecuencias que eso tiene?.

A España le van a escudriñar hasta el diámetro de los granos de polvo que tiene debajo de las alfombras, mejor dicho, pienso que eso ya se ha hecho y a quienes les interesa conocen el dato, aunque sea de forma aproximada, mejor que el Gobierno. A continuación le han dicho qué tiene que poner en marcha en una primera andanada de medidas: lo que el Sr. Presidente del Gobierno dijo el Miércoles 11 (que no incluyen medidas como el aumento del IRPF ya decretado en Diciembre: eso, pòsiblemente fue un invento del Gobierno). A partir de aquí los exámenes y controles: semanales mensuales, trimestrales, y las broncas si no se cumple. Y más normas y exigencias que se traducirán en más recortes.

No hay alternativa. España tiene un déficit monstruoso y debe la tira, luego tiene que reducirlo y tiene que reducir su deuda, el problema es que no cree, al revés: consume lo que tiene y no está añadiendo nada al montón. Vale, es lo que hay, pero, ¿y la gente?, ¿y la ciudadanía?.

Lo-que-antes-se-denominaba el pueblo ya ha asumido que la situación es muy, muy grave, pienso que eso ya lo tiene claro todo el mundo. A día de la fecha, la inmensa mayoría del pueblo intuye que ‘esto no se va acabar en cuatro días’, es decir, que va a ser largo (es de agradecer que los políticos en el Gobierno hayan dejado de hablar de ‘brotes verdes’, de ‘luz al final del túnel’, de que ‘estamos en el buen camino’, y de que ‘a partir de próximo trimestre, como máximo del siguiente, empezarán a verse resultados’). Pero lo que aún sólo un reducido número de personas imagina es cómo será lo que venga después de.

De lo que he deducido de las conversaciones que voy teniendo por ahí, de los comentarios que se me hacen a las respuestas que doy a las preguntas que me formulan, pienso que aún una mayoría de la población cree que sí, que la situación que se están viviendo es dura y va a ser larga, pero está convencida de que tras ese período duro y terrible se va a volver a la casilla de salida, es decir, que todo va a volver a ser como antes, que retornará el consumo masivo, el crédito barato y abundante y el dinero fácil, y que estos años habrán sido un mal sueño que pasará y tras el cual todos volveremos a ser felices. Y no, en absoluto va a ser así.

No va a ser así porque supondría volver a utilizar las mismas herramientas que nos han llevado a esta crisis sistémica en la que el planeta está inmerso; a malgastar unos recursos que sabemos que son escasos; a no fijar límite alguno a la capacidad de endeudamiento de los entes económicos, algo que es imposible.

Lo que está viniendo desde ayer es una situación de escasez, de minimalismo, de parquedad, de restricción. Una realidad que, pienso, lo va a ser durante mucho, mucho tiempo, un tiempo que irá mucho más allá de la crisis. Se crecerá, si, pero lo conveniente y de una forma que sea conveniente y adecuada a esa realidad de escasez. Y algo así, comparado con el ‘Si lo quieres, lo tienes’ de estos pasados años es duro, sobre todo si se sabe que va a ser permanente.

Si alguien se hubiese dormido en 1997, se hubiese despertado en el 2005 y vuelto a dormir unas horas después, y se despertase ahora de nuevo, habría pasado del ‘España va bien’ al »España va más que bien’ y al ‘España vive uno de sus momentos más dramáticos’. Tremendo pero cierto.

Se va salir de esta, claro, pero nada va a ser semejante a como fue. La ventaja es, recuérdenlo: ¿a quién le interesa que España colapse?. ¡Quéjense!, pero vayan pensando que mañana van a vivir de una forma bastante diferente a la de ayer. Más estable pero bastante menos alegre. Quéjense, pero sin pasarse: no se lo van a permitir, y total, para lo que va a servir.

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En mi opinión se han equivocado de medio a medio con el nombre: FLA, el Fondo de Liquidez Autonómica, ya saben, el fondo de rescate a las regiones que lo pidan. A las 09:01 h de ayer, tecleando en Google ‘FLA’ aparecía, en primer lugar: la Fair Labor Association; en segundo la Fábrica de Licores de Antioquía; en tercero la Federación Libertaria Argentina; en cuarto un link a Wikipedia en el que explicaba que el término, añadiendo ‘Flu’ y un guión entre ambos, es como se conoce coloquialmente al encuentro de fútbol brasileño entre dos de los clubes más populares del Estado de Río de Janeiro: el Clube de Regatas do Flamengo y el Fluminense Football Club; y podemos seguir.

Dejando aun lado el nombrecito pienso que, de nuevo, se va a desperdiciar una oportunidad de oro par arreglar un desaguisado cometido hace treinta años. En vez de rescatar a comunidades inviables, lo que tendrían que esos Spanish MiB es analizar que regiones son sostenibles y que competencias pueden financiar las que lo sean, y las que no, fuera.

Esto está en la línea de lo tantas veces aquí comentado. Se pretende utilizar la táctica del café-para-todos en una situación en la que no es viable. ¿Por qué una región que tiene déficit fiscal interregional debido a un sistema hacendístico determinado e impuesto puede tener que llegar a ser rescatada?. Absurdo e ilógico, siempre, pero hoy cuando el escenario es muy limitado y el horizonte es de escasez, mucho más. Quiero suponer que alguien acabará dándose cuenta de este despropósito al que se puede llegar con el FLA. (Por cierto, ya sabrán de dónde va a salir el dinero del fondo).

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.