nino becerraVolver al 2006 es imposible porque aquello se basó en una irrepetible burbuja de deuda. Volver a los años 60 (no en España, claro) en el que el pleno empleo del factor trabajo era un hecho y los salarios eran permanentemente crecientes también lo es porque hoy sabemos que los recursos son limitados y que es posible crecer utilizando una cantidad decreciente de factor trabajo.

En algunos casos -muy pocos- el reparto del tiempo de trabajo será posible a cambio de reducciones salariales. Bajadas masivas de sueldos no evitan que cada vez se precise menos trabajo porque la tecnología cada vez es más barata. Trabajar más horas será imprescindible por parte de algunos: los megacracks, a quienes se pagará muy bien, pero serán una superminoría. Los derechos laborales, los derechos ciudadanos irán decreciendo de todos modos porque, pienso, se va a vivir en una cuasi permanente situación de emergencia determinada por la premura de supervivencia.

 

Tal y como lo veo, la solución será ir a menos, hacernos más pequeños, pasar con menos, regresar a una época en la que se hacían cosas ya olvidadas, como devolver los envases que se utilizaban”.

 

El problema del modelo en el que hemos vivido reside en que ‘crecimiento’ ha estado vinculado a ‘forma de vida’. Las ciudadanías de las economías avanzadas y más o menos desarrolladas han avanzado, y porque han avanzado han vivido mejor, cada día un poco más; y ese vivir mejor ha llevado, a través del consumo, a que las economías creciesen. Pero eso ha dejado de ser así.

 

Cuando tras esta fase de estabilización se comience de nuevo a crecer, el crecimiento será muy suave y siempre en relación al nivel alcanzado en la caída. No se vivirá cada vez mejor, aunque se crezca, porque el desperdicio ya no es posible: para vivir mejor era necesario desperdiciar o, como mínimo, subutilizar; luego la vía alternativa es aprender a vivir con menos, es decir y con aquel esquema, peor.

 

Puede discutirse sobre valores, sobre necesidades, y sobre caprichos, pero lo cierto es que, al margen de que cambiarse cada año de automóvil equivalía a vivir mejor, eso contribuía a crecer lo que implicaba que se iba a poder vivir mejor. Y eso, se acabó.

 

 

 

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull. Lacartadelabolsa