La ventaja de retornar al pasado es poder revivirlo; la desventaja es comprobar que lo que se creyó ya no es, y que lo que se creía tampoco fue. Ni podrá nunca volver a ser.

El BCE no puede comprar deuda porque no está en sus reglamentos: craso error: el BCE puede hacer, y hará, lo que sea conveniente que haga. Si hace falta que su Consejo baile la Danza de la Lluvia ataviados sus miembros con capas amarillas, la bailarán. Una de las primeras cosas que esta crisis sistémica demostró es que no había ni límites, ni líneas rojas, ni imposibles: lo que es menester hacer se hace, o se hará, es decir se acabará haciendo.

El objetivo, ya lo hemos comentado, es seguir jugando, y si alguien rompe la baraja se acaba el juego. No es sólo que, por ejemplo, una serie de bancos pudieran perder mucho dinero, lo principal es que se acabaría el juego y todo lo que el juego mismo significa, y eso a nadie le interesa (pienso que no otra cosa significan las presiones sobre España para que solicite el rescate, del mismo modo que Irlanda y Portugal fueron presionados para que lo solicitasen). El BCE comprará deuda, que nadie lo dude, otra cosa es para qué más van a servir esas compras.

España tiene agujeros en sus bancos y es insostenible el precio que ha de pagar para que le compren la deuda; si España no repara esos agujeros y tiene que continuar pagando ese precio para que le compren la deuda España romperá la baraja y eso no es contemplable. (Por ello pienso que a Grecia no se le va a echar del euro: mejor tenerla dentro y controlada; y si se la llega a echar será que Grecia ya ha dejado de existir: como si hubiese sido abducida por los extraterrestres).

Se comprará deuda de España y a España le prestarán hasta cien mil millones, y por ello, y tal como prevé el FMI la deuda pública de España se situará en el 96% del PIB en el 2017 (68% en el 2011), y como no se va a permitir España no quebrará. Vale, muy bien, ¿y?.

España, al igual que otras muchas economías, tiene dos problemones: no crece y no puede pagar la deuda total que debe, y eso ni puede resolverlo el BCE ni nadie por la sencilla razón que esos problemones son consecuencia de lo que España ha sido y de lo que es; de cómo se han hecho las cosas en España durante siglos; de lo que España puede hacer y de lo que no; de lo que España no es, ni ya podrá ser porque aquellos modos de hacer vigentes en estas décadas pasadas ya se han ido, del mismo modo que se fue el carbón y llegó la electricidad.

En su intervención en el Parlamento Europeo el pasado Lunes, Mr. Draghi se refirió a los desequilibrios que existen en el área euro. ¡Y ahora se da cuenta! ¡Pero si el área euro nació desequilibrada!: ¿en que se parecían las economías griega, española y alemana en el 2000?, ¡absolutamente en nada!, pero como convino, se dijo que el riesgo-país de cada una de ellas era prácticamente el mismo.

Lo que conviene, lo que ha de ser, lo que es pertinente: ahí radica la esencia de todo. Convino que España entrase en el euro a fin de que su riesgo bajase a pesar de que su productividad era patética, y España entró en el euro. Se hicieron negocios a mansalva, hubo quienes se forraron, a la ciudadanía se le hizo creer que España era Hollywood y la ciudadanía lo creyó porque deseaba creerlo, y España fue muy bien porque todo lo que estaba pasando era lo que convenía que pasase, pero aquello acabó porque la capacidad de generar negocio –que fue lo propició- acabó al agotarse la capacidad de endeudamiento.

Sobre la arena de aquella playa española quedó la imposibilidad de seguir creciendo porque ya era imposible continuar generando PIB como hasta entonces se había estado generando y, también, una gigantesca deuda imposible de pagar, y sus corolarios: una población sin expectativas, un desempleo desmesurado, un déficit inabarcable, unos ingresos fiscales insuficientes. Y todo eso no puede resolverlo el rescate de la banca de ‘hasta cien mil millones’, ni la compra de unos cuentas decenas de miles de millones de deuda.

Lo único cierto es que España tiene dos problemones que la política de compra de deuda del BCE no puede resolver y que los recortes que la ‘condicionalidad’ que tal compra a España acarrearán incrementarán. A partir de aquí sería conveniente empezar a pensar de otra manera. (Y si: en mayor o menor medida esos problemones los tienen todas las economías: del euro y también las del no-euro).

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.  Lacarta de la bolsa