«Si vuelve el pánico, que volverá, nadie debería rasgarse las vestiduras si la Mano de dios decide cerrar las Bolsas para calmar las iras de los vendedores y especuladores, presa unos, del miedo, otros, de la avaricia, de la pesca en río revuelto.

Durante este verano hemos asistido a hechos excepcionales, que no han sido suficientemente valorados y, lo que es más importante, criticado por los inversores y ahorradores.

Ha sido como la escenificación, concertada o no, de lo que sucedería si las Autoridades deciden cerrar los mercados: Madrid estuvo sin casar operaciones más de medio día, por un fallo técnico, que aún nadie ha explicado. Lo mismo sucedió días antes en Italia y lo mismo viene sucediendo, de manera, alternativa en Wall Street.

Del mismo modo que muchos actores en los mercados han aplaudido el cierre de las posiciones cortas y el castigo fiscal (vuelta a 2006) a los españoles que vendan acciones antes de un año de tenerlas en cartera, también aplaudirán el cierre de los mercados hasta nueva orden. Eso ya lo hemos escuchado en nuestra gestora. Una cliente nos dijo este verano que mejor cerrar la Bolsas cuando arrecia la tormenta, que irse a la cama tiritando de miedo y con acumulación de pérdidas día tras días ¡Ojos que no ven…! Es más, si todo se pone muy feo, se prohibirá vender acciones, bonos, deuda y demás. Así, muerto el perro se acabó la rabia», me cuenta el director de una gestora de fondos.

«Si esto fuera así, no sería la primera vez que sucede en el mundo:

1963: La bolsa cierra tras el asesinato del presidente John F. Kennedy, ante el temor de que el pánico a la inestabilidad conduzca a una venta masiva de acciones.

1997: El 27 de octubre y en respuesta a la crisis asiática, la bolsa pierde un 7 por ciento de su valor, lo que obliga a un cierre adelantado de las negociaciones.

2001: Los atentados contra las Torres Gemelas obligan a cerrar el NYSE cuatro días, la clausura más prolongada en su historia reciente…»

«No pasaría nada. Estamos convencidos de ello en nuestra gestora. El grado de Intervencionismo en los Mercados ha alcanzado tal magnitud, que todo es posible en este Templo. Tiempo, al tiempo. Algún día, que nadie lo desestime, impedirán a la gente que quiera vender que vendan: todo valdrá para que los precios, acosados por la oferta, no caigan..»

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Almorcé el viernes con uno de los grandes y sabios operadores de la Bolsa española. Está a punto de jubilarse ¿Qué hay de la Bolsa actual? Estas son algunas de sus reflexiones: «Cuatro ¿O son cinco? años después del estallido de la Gran Crisis Financiera, transformada al cabo de poco tiempo en una Crisis Económica, con mayor impacto en los países más débiles, en los periféricos, en los PIIGS, los grandes estrategas no se ponen de acuerdo en las semejanzas ¿cómo evaluamos la actual Crisis Económica? ¿con cuál del pasado la comparamos? Conforme pasa el tiempo, los analistas más finos dicen que muestra muchas similitudes con la vivida en los años 70. Para mí y en lo que respecta a la evolución de las Bolsas hay un fenómeno evidente en las dos Crisis: el enorme grado de intervencionismo de las autoridades. Un ejemplo: el crash que vivió Wall Street el jueves 6 de mayo del año pasado no llegó a mayores, porque el Gran Hermano salió al quite. Lo mismo sucedió en los días previos con la deuda y los bonos corporativos. Gracias a las compras orquestadas de los bancos centrales se logró conjurar el peligro…»

«Ahora se pretende lo mismo o similar: barra libre para todos, que los bancos centrales compren bonos y que la Fiesta siga…». Moisés Romero – La carta de la bolsa