“El pronóstico es sombrío para España. La economía está en recesión, el sector público está recortando gastos y el sector privado se muestra reacio a invertir. Esta falta de demanda interna casi garantiza que el señor Rajoy no va a cumplir el objetivo de reducir el déficit. Si eso sucede, se le pedirá a España que imponga nuevas medidas de austeridad, lo que socavará su popularidad, que ya ha caído en picado desde que fue elegido.

Esta situación se agravará aún más por las tensiones entre el gobierno central y los regionales, que controlan el 40% del gasto público, y que aunque sean del partido de Mariano Rajoy, cuidan celosamente su autonomía. La incertidumbre política se unirá a la económica, para deteriorarla aún más. Y el círculo vicioso continúa”.

El escenario anterior fue establecido recientemente por la prestigiosa publicación The Economist, y la verdad, no parece que  augure un futuro muy alentador para nuestro país. La clave de todo su argumentario, desde nuestro punto de vista, es la imposibilidad de cumplir los objetivos de déficit en una economía que podría encarar dos o tres años de recesión. Si el mercado considera que el escenario planteado actualmente no es creíble, tampoco lo serán las medidas ya adoptadas, por muy amplias que estas sean, y se penalizará por tanto los activos de riesgo españoles.

The Economist sin embargo no se queda únicamente en decirnos “que mal están las cosas” sino que reflexionan sobre las posibles soluciones a este círculo vicioso como ellos mismos les llaman. Veamos que argumentan:

Las medidas de ahorro españolas son solo una solución coyuntural, a menos que la zona euro realmente tenga un plan viable económica y políticamente, que no puede elaborarse con la objeción de Alemania.

Una solución requeriría la fuerza combinada de los miembros de la eurozona para mutualizar parte de la deuda y supervisar a los bancos de la región. Pero a parte de un mayor federalismo, Europa necesita también medidas para fomentar el crecimiento. No puede ser que desde 1975 la zona euro haya dado solo a une empresa que se sitúe en la actualidad entre las 500 empresas más grandes del mundo (curiosamente es la española Inditex), mientras que sólo California ha creado 26.

En cuanto a las medidas combinadas de todos los países de la eurozona, hay problemas que ahora tienen difícil solución. Aún en el caso que todos los gobiernos se pusieran de acuerdo para por ejemplo emitir eurobonos, la negociación de los detalles, la celebración de referéndums, y las modificaciones constitucionales necesarias, podrían llevar unos tres años. No tenemos tres años para solucionar la crisis.

El problema fundamental es que los 17 miembros de la eurozona, y mucho menos sus 333 millones de habitantes, pueden ponerse de acuerdo sobre quién debe sacrificarse para permitir que la nueva Europa emerja.

Alemania tiene miedo que se le pida pagar demasiado. Holandeses y finlandeses están en esa línea. Francia difiere con Alemania en cuales son los cambios necesarios y su forma de ejecutarlos. Grecia está trasladándose a los extremos. El primer ministro italiano, Mario Monti, es el mejor en décadas, pero no fue elegido, y se está incrementando su impopularidad. Hay una posibilidad que vuelva Silvio Berlusconi. La situación de España ya la hemos comentado.

La zona euro se ha estancado. La crisis es una combinación de austeridad del sector público e incertidumbre del sector privado. Los inversores se mantienen al margen porque perciben un riesgo de amplias pérdidas en los activos europeos. Los consumidores ahorran por si viene el chaparrón. Un colapso catastrófico de la zona euro sigue siendo una posibilidad real, y es difícil ver los cambios para evitarlo.Carlos Montero – La carta de la bolsa