Repetitivas y ampliamente publicitadas pruebas de estrés bancarias; análisis, que parecen sesudos, de agencias y auditorías que las consideran independientes; apoyos intergubernamentales y demás parafernalias de los Mercados Globales vienen destacando la Salud de la banca española desde el estallido de la Gran Crisis, pero nadie se lo cree, porque estas salud envidiableya nos ha costado del orden del 100.000 millones de euros cash a los que hay que sumar ahora los denominados efectos colaterales como los despidos de empleados y los cierres de oficinas y delegaciones.

La banca española, ahora con el protagonismo de las saqueadas y diezmadas cajas de ahorro, se encoge en lo que algunos definen como vuelta a los orígenes. En nuestra gestora nos preguntamos, con mucha sorna, ¿por qué los bancos españoles ofrecen extratipos, tanto los nacionalizados como los que van por libre (caso Santander, que acaba de abrir de nuevo el melón)?

La respuesta es muy fácil: porque necesitan dinero y, al parecer, no es conveniente abusar de la ventanilla del Banco Central Europeo para que no te señalen con el dedo. Deducimos, por tanto, que algo falla en la Comunicación Supranacional, porque los bancos españoles, como otros tantos del resto del mundo (italianos, franceses, alemanes, americanos, portugueses, irlandeses, griegos…) no están tan sanos como quieren hacernos ver», me dice el director de Bolsa de una importante sociedad de valores.

En este encuadre, el Fondo Monetario Internacional (FMI) en un informe sobre la reforma del sector bancario en España, dijo hace unos días que el proceso de reestructuración del sector financiero español está bien encaminado aunque no está exento de riesgos por el deterioro de la calidad crediticia, los problemas de liquidez y las adversas condiciones macroeconómicas.
«El programa del sector financiero está bien encaminado y cumple hasta ahora todos los plazos fijados. Pero los retos más importantes siguen por delante, especialmente aquellos ligados a la aplicación de los planes de reestructuración y a las medidas para hacer eficiente la gestión de las entidades», dijo el FMI.
El informe del organismo internacional coincidió con la luz verde que dio el miércoles la Comisión Europea a los planes de reestructuración de los cuatro bancos españoles nacionalizados, despejando el camino para la inyección de fondos públicos por importe de 37.000 millones de euros en estas entidades.
Dada la previsión de nuevas pérdidas en el sector por del deterioro de las carteras crediticias, el FMI dijo que es necesario recapitalizar y reestructurar rápidamente los bancos más débiles o liquidarlos.
En este contexto, el Gobierno español anunció la venta de Banco de Valencia, una de las entidades más debilitadas bajo tutela estatal, por un euro. De acuerdo con los planes acordados con Bruselas, dispone ahora de cinco años para vender o, en su defecto, liquidar otros bancos nacionalizados: NovaCaixaGalicia y Caixa Catalunya Banc.
La reestructuración de estas entidades contempla un fuerte redimensionamiento de su tamaño y el traspaso de los activos tóxicos – mayoritariamente créditos al sector inmobiliario – a una sociedad de nueva constitución, la sociedad de gestión de activos procedentes de la reestructuración bancaria (Sareb).
Según el plan aprobado por el Gobierno en agosto, el «banco malo» debería recibir los activos tóxicos de la banca hasta fin de año y, para esto, tendrá que estar plenamente operativo a principios de diciembre, un plazo considerado por el FMI como «muy ambicioso».
En su informe, el FMI señaló que el saneamiento de la banca podría tropezar también con el adverso entorno macro.
«El panorama sigue siendo difícil. La consolidación fiscal y el proceso de desapalancamiento del sector privado seguirá presionando fuertemente sobre la demanda nacional en un futuro previsible», señaló el organismo supranacional.